María Victoria Peralta ha sido reconocida con el Premio Nacional de Educación 2019 en Chile. Se formó inicialmente como educadora de párvulos y luego como profesora de educación musical, entre otros estudios que puede consultar en este enlace. Me pregunto: ¿Cuál es su pensamiento en materia de educación? Recogo algunos fragmentos de sus columnas de opinión y declaraciones a los medios para hacernos una idea inicial del pensamiento y discurso público personal que ha construido la doctora en educación María Victoria Peralta. Algunas gotas que para mi son una invitación a profundizar en su ideario educativo.
La ciudad como espacio educativo
Otro día, cerca del Parque Almagro, una madre peruana con una guagua en coche, una niña de dos años y un niño de cinco, me detienen y preguntan si hay algún parque donde los niños puedan jugar. ¡Claro! les digo indicándoles cómo llegar. La madre me vuelve a consultar si hay juegos y pasto, le confirmo animadamente. El niño da un grito de alegría, aplaude y parte rápido y ansioso en la dirección indicada.
Los alcanzo al poco rato. Están en la zona de juegos donde el sol de este cálido verano hace que los metales y el plástico estén a una temperatura que imposibilita subirse a jugar. Además el pasto cercano está bastante seco y ¡lo están regando a las 3 de la tarde!, se quemará más. No les queda más que sentarse más lejos y ¡al fin! retozan al menos en un poco de verdor bajo los árboles.
Más allá de estas experiencias que muestran la relación poco amable de las ciudades con los niños, en especial en los sectores populares, cabe preguntarse si nuestras urbes son como en los países realmente desarrollados: espacios limpios, estéticos, con zonas especiales e interesantes para los niños pequeños.
Esos lugares permiten que los párvulos en compañía de sus padres o cuidadores gocen, disfruten, se relajen, jueguen y sigan aprendiendo en forma refleja de todo: de otras personas, de la diversidad de plantas, árboles y animales; de personajes ilustres representados de diversa forma, de construcciones muy distintas en estilos y materiales; y del verdadero arte popular que hay en las calles. A ello se agregan museos, bibliotecas y centros de exploración especialmente adecuados para niños pequeños. Al parecer, contrastando, bastante tenemos que hacer aún en este campo.
Pero además de estas adaptaciones, el problema mayor pareciera estar en los adultos que no “ven” la ciudad, que no se dan los tiempos suficientes en el diario vivir para descubrirla y por tanto, no asumen la actitud necesaria para que los niños y niñas se re encanten con sus espacios cotidianos.
Si los padres deambularan en un afán “expedicionario” y exploratorio con sus hijos, descubrirían que, a pesar de ciertas falencias, hay tantos detalles y rincones de nuestros escenarios habituales de los cuales asombrarse y a través de ellos, empezar a amar nuestras ciudades. De esta manera, las nuevas generaciones podrían aprender a tener una actitud diferente de valoración, cuidado y desarrollo de nuestros medios urbanos, para eventualmente constituir mejores escenarios de vida. (Fuente)
El juego
Es trascendental que jueguen mucho y ello puede ser con simples materiales como cubos, muñecas, tacitas, palitos, tierra, conchitas, envases, etc., solo y/o en compañía de otros.No tiene por qué ser con grandes y lujosos juguetes, ya que el resto lo coloca su imaginación.
Es paradojal que la Subsecretaría de Educación Parvularia en pleno año 2015-2016, esté orientando al sector a que los niños y niñas jueguen de verdad cuando ello se inició con la pedagogía moderna con Comenio, Froebel, Montessori, hace siglos atrás.
¡Qué ha pasado con nuestras sociedades que no favorecen que los pequeños jueguen latamente!Los urgimos a aprender los números y las letras en aburridas actividades, como si ello les permitiera avanzar en sus aprendizajes, tema que hemos comentado en anteriores columnas.
Si realmente deseamos favorecer chicos creativos, inteligentes y sociables, dejémosles jugar.Simplemente jugar. Ese sería el mejor regalo para ellos. ¡Feliz Navidad! y…juegue con sus hijos, nietos o sobrinos. (Fuente)
Aumento de Cobertura, Calidad, currículo participativo y mejora socio-escolar sistémica
¿Y cuál es la propuesta? El enfoque habitual plantea siempre el aumento de cobertura del sector como meta principal relacionada a los temas de acceso e inclusión. Asimismo, se perfila la meta de calidad, pero en un segundo plano. Otras políticas más allá del ámbito estrictamente educativo no se postulan habitualmente.
A 150 años de los inicios de la Educación Parvularia en Latinoamérica y en Chile, la meta de cobertura debería estar superada u entendida como obvia, ya que estamos supuestamente en un enfoque de derechos, lo que implica una obligación para los Estados en cuanto a proveer y/o favorecer la educación desde que se nace.
Esta política de aumento de cobertura que tiende a la universalidad de la atención plasmada en diferentes alternativas, formales y no-formales, según las características de los niños/as y sus familias, debe seguir su camino buscando la población no atendida y cuidando el buen uso de los recursos.
Respecto a la calidad habría que ponerla en el centro del actuar en una forma sistémica considerando todos los factores que inciden en ello. Habitualmente los países ponen mucho énfasis en fiscalizar y evaluarla, pero mucho menos entusiasmo en instalarla. Ello va por caminos más sutiles y lentos que no siempre responden a los tiempos de los políticos.
En efecto, cuando se señala que hay que considerar bajar el coeficiente de relación adulto-niño para tener efectivamente la posibilidad de interacciones afectivas y cognitivas de calidad o que los educadores no pueden estar todo el día frente a los niños porque necesitan espacios para reflexionar sobre su quehacer y planificar en su jornada de trabajo o cuando indicamos que se requiere otro tipo de asesorías en terreno para desarrollar currículos más participativos y con sentido para sus colaboradores, entre otros aspectos, los entusiasmos bajan. Todo ello se ve como complejo y poco visible.
A esto habría que agregar las “otras políticas” no tradicionales cómo flexibilizar las jornadas laborales de los padres, para que puedan compartir más con sus hijos y asistir a actividades en los centros infantiles o racionalizar los trabajos de la madre y de los educadores en función a los centros donde asisten los niños, de manera que no tengan que gastar horas en movilizarse, lo que estresa a todos, creando un ambiente poco favorable para el encuentro humano y el aprendizaje. (Fuente)
Acogida, cuidado e inclusión en contextos de diversidad por migraciones
En estos días, se ha dado a conocer el caso de Adrián de la misma edad de Aylán, quien fue encontrado en un taller mecánico a los pies del morro de Arica, semi abandonado y alimentado por la leche de la perra “Reina”, la que sin dudas se merece su nombre. Hijo de madre peruana y padre chileno, las noticias señalan que en el año 2013 el recién nacido y junto a su madre llegaron a esta ciudad para ubicar al padre del lactante que vive en Iquique.
Más allá de lo que haya pasado en esta relación familiar, el hecho es que el niño estaba en una situación riesgosa que fue detectada y denunciada por una dirigente laboral, es decir por una particular, y no por alguna entidad pública responsable de los párvulos en el país. Con ello hacemos alusión a una amplia gama de instituciones comunales, regionales y nacionales que tienen a su cargo velar por el cuidado, protección y educación de los niños y niñas. Las encuestas hechas en la calle acusan a su madre, que por cierto tiene responsabilidad en ello, pero Adrián tiene familia y está en un país que se precia de preservar los Derechos de los niños.
Parece que ya no se va a terreno a visitar hogares como se hacía décadas atrás para detectar cómo viven las familias más vulnerables, las que habitualmente por su condición no van a ir a las oficinas públicas a solicitar servicios. Sabemos fehacientemente que instituciones como Junji, Integra y Corporaciones Municipales reciben niños y niñas de familias migrantes, incluso aunque los padres no tengan del todo “saneados sus papeles”, pero también conocemos las dificultades que tienen.
Conocemos de sus problemas de integración por la falta de programas sociales y educativos que realmente asuman como sistema sus dificultades y en particular, que los empoderen en sus culturas, identidades y aportes al país.
Hemos sido parte de programas educativos como el realizado en jardines infantiles de la Corporación de la Infancia y Familia de la Municipalidad de Santiago entre los años 2008 al 2010, para integrar con propuestas interculturales párvulos de diferentes proveniencias, que en algunos casos alcanzaban al 60 % del total de niños y niñas matriculados, principalmente peruanos y ecuatorianos.
Pero en la actualidad la situación y la diversidad ha aumentado; hoy encontramos en todo Chile, hasta en la austral Punta Arenas, niños y niñas de diferentes países no sólo latinoamericanos sino también africanos, lo que ha llevado a una multiculturalidad en los jardines infantiles y escuelas. ¿Pero estamos preparados para atender a estos niños y sus familias, como lo merecen?
En un reciente viaje a Antofagasta, colegas educadoras de párvulos nos han contado cómo a niños varones otavalos (ecuatorianos) que llegan con sus trenzas a escuelas propias de su cultura, se las cortan, o las difíciles situaciones en que se encuentran las familias y niños colombianos, en hacinamientos donde duermen mal, ya que la antigua práctica de “camas calientes” (camas compartidas por dos turnos de familias que hacían los mineros) se ha reinstalado con los migrantes.
Así podríamos seguir con más ejemplos, pero es hora de una política nacional, realista y eficiente en relación a los niños y niñas de familias migrantes, a la que aporten todas las instituciones; que los casos de los pequeños Aylan y Adrián nos sirvan para ello y no sigamos recriminando sólo a sus familias por sus incapacidades. Cuando estas situaciones suceden es que fallamos todos. (Fuente)
Relaciones entre lo laboral y lo educativo
En países “emergentes” como los nuestros, ¿es posible pensar en jornadas laborales más “humanas” y por tanto, más confiadas en la responsabilidad de los trabajadores? La respuesta de jóvenes, niños y bebés (si pudieran decirlo) lo sustentaría. De hecho, en estos días se han realizado consultas en nuestros jóvenes, sobre si les gustaría una medida como la de Suecia, y la respuesta ha sido unánime: “Sí, así podríamos ver a nuestros padres ya que no llegarían tan cansados”.
Cuán bien haría tener horarios más flexibles y jornadas más cortas en nuestro Chile actual, donde niños y jóvenes poco comparten con sus familias, lo que impacta en temas de afecto, comunicación y formación de valores. Si los padres no llegaran tan tarde, ni tan estresados, la mesa familiar y la conversación afectuosa se reinstalarían impactando directamente a la crisis de valores que hoy presenta el país.
En el caso de los bebés, bastante se avanzó con el alargue del posnatal a seis meses a pesar de la imperfección de algunos aspectos de su puesta en marcha. Espero que las madres y sus familias hayan aprovechado esos meses para entregar mucho amor y oportunidades interesantes de desarrollo y aprendizaje a sus niños.
Finalmente espero que las organizaciones de trabajadores y la sociedad chilena en general empiecen a pensar “lo laboral” más allá de los aspectos que habitualmente aparecen en las discusiones del sector. Nos quejamos de muchos problemas, pero no hacemos nada de fondo para cambiar las situaciones que los producen.
Por ello, sería bueno ampliar la llamada “Reforma Laboral” a aspectos más sustanciales que permitan a todos los chilenos una vida más humana, con sentido y en beneficio de todos, en especial, de las nuevas generaciones. (Fuente)
¿Para qué educamos?
Hoy quiero centrarme en lo trascendente y aunque sea majadero reiterar ciertos temas que como país deberíamos estar pensando: la formación de los niños y niñas chilenos desde el nacimiento.
Si hay un tema central en la educación es el para qué formamos, pregunta que debería ser contestada en toda reunión que sostuvieran los educadores con las familias. Si la respuesta fuera para favorecer una persona integral e íntegra, con una sólida escala valórica preocupada por el bien común y que ama a su país a través de cada uno de sus habitantes, retomaríamos el gran sentido de la educación.
De esta forma se superarían los proyectos individualistas y por sobre todo se avanzaría en pilares de la convivencia como la solidaridad, el respeto en lo personal y la cultura. Se valoraría el desarrollo y los talentos de cada cual, porque todos tienen algo que sumar a este gran proyecto de país.
En ello, tiene mucho que aportar la etapa desde el nacimiento hasta los seis años, que es la que comprende la educación parvularia y no “preescolar” como algunos erróneamente la denominan, porque pretende ser mucho más que una preparatoria para una escuela rígida y tradicional.
Es la instancia formadora inicial de las actitudes y habilidades básicas del ser humano en todos sus ámbitos: valóricos, de convivencia, de estilos cognitivos, comunicación, expresión, creatividad, maneras de vida saludable, entre otros. Sin perder de vista que todo ello sea positivo para que los niños estén abiertos al mundo y sean todo lo felices que puedan ser.
Es por eso es que el juego es importante como medio y fin, junto con el amor desinteresado y permanente a los párvulos. De esta manera se puede constituir este período como un gran reservorio de energía y de gratos recuerdos para los desafíos que vienen, que no son fáciles, junto además con ir dotando a los niños y niñas de las grandes herramientas, saberes y haceres que se necesitan para una formación realmente humana. (Fuente)
La escolarización de la educación parvularia
Las situaciones de aprendizaje vinculadas a la convivencia, al “hacer juntos”, al “saber del otro”, a gozar la presencia de “iguales”, al jugar colectivamente, eran el centro de las actividades, junto con las referidas al movimiento, la expresión, la creatividad, el descubrimiento y la transformación. Todo esto y mucho más, son parte de las orientaciones que entregan las Bases Curriculares de la Educación Parvularia, currículo nacional oficial, con que cuenta aún este nivel.
No obstante, cada día llega más información de las lamentables prácticas que se están haciendo en establecimientos del nivel, en especial, en escuelas y colegios donde se aplican “proyectos” que no podemos llamar educativos. Ello porque los párvulos son sometidos a exigencias de “sobreescolarización” que entre otros, los alejan de este foco de formación social y valórica que ha sido el eje tradicional del trabajo en esta etapa.
Los niños de hoy trabajan en ambientes rígidos, con escritorios individuales de los cuales no pueden moverse, donde hacen interminables actividades de “lápiz y papel” supuestamente preparatorias para la educación básica.
Memorizan sin entender, se les aplican pruebas y se les ponen notas, prácticas que no se corresponden con las metodologías del juego, del descubrimiento, del asombro y del encuentro con los demás, que son las estrategias básicas de trabajo en esta etapa. Lo peor de todo es que, estas actividades tremendamente individualistas, competitivas, aisladoras, enajenantes, muchas veces no sólo son aprobadas, sino solicitadas por las familias. Cabe preguntarse, ¿sabrán además que los niños y niñas lo pasan muy mal haciéndolas?
Por ello, no nos asombremos del resultado de estas prácticas educativas, tanto en el hogar como de ciertas instituciones educativas, ya que lamentablemente cuando una sociedad no tiene tiempo para ocuparse de estos temas llegamos a lo que estamos viviendo hoy: jóvenes y adultos egocéntricos, que no les interesan los demás y el medio en que viven tanto local como global.
De esta manera el desarrollo de todos está ausente de sus preocupaciones, ya que sólo se satisfacen los interminables egoísmos personales, el aparentar y el “tener y tener.” (Fuente)
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