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Informe de indicadores de la OCDE, Education at a Glance 2018, hace un énfasis en la justicia social entendida como equidad, igualdad de oportunidades y crecimiento inclusivo

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La OCDE tiene un claro sesgo en su visión de la educación, limitándola en demasía a su finalidad a formar para el trabajo y el desarrollo económico. Esto se percibe en su discurso ideológico sobre educación, que opta por hablar de igualdad de oportunidades, en lugar de emplear un lenguaje que aluda a garantizar un derecho no condicionado a la educación. Sin embargo, con todo ello en perspectiva, este año el informe de indicadores de Educación en una Mirada 2018 (Education at a Glance 2018) ha dado énfasis a la justicia social entendida como equidad e igualdad de oportunidades , y a lo que ellos llaman, crecimiento económico inclusivo. Compartimos la editorial traducida al castellano por la Comunidad EJS y enlazamos al PDF del informe (en inglés).

Editorial de Education at a Glance 2018: La promesa de la educación para todos

Todos nacemos iguales, pero no todos nacemos con las mismas oportunidades. Algunos nacerán en familias adineradas, otros lucharán para llegar a fin de mes. Algunos crecerán en un ambiente de conflicto y confusión, y se enfrentarán al problema de la migración y tendrán que asentarse en un país que no es el suyo propio, otros se beneficiarán de un clima de desarrollo social, estabilidad y prosperidad durante toda su vida. Algunos tendrán que lidiar con una discapacidad, lucharán para aprender a desempeñarse incluso en las tareas más básicas, mientras otros quizá nunca dimensionarán la fortuna de su buena salud. Las condiciones y entornos sociales en los que nos encontramos al nacer pueden parecer tan aleatorios como un sorteo de la lotería, sin embargo, definirán nuestra posición de partida en el camino de la vida y afectarán no sólo a las oportunidades que tenemos a nuestra disposición, sino también el capital social y emocional indispensable para hacer nuestro camino más fácil.

“La dirección en la que comienza la educación de un hombre determinará su vida futura”, dijo Sócrates a Adeimantus en
La República de Platón. De hecho, la educación es la piedra angular de la progresión de los individuos a lo largo de la vida. Nadie podría refutar que todos los niños, todos los seres humanos, merecen las mismas oportunidades de adquirir competencias (skills) y progresar en la sociedad, independientemente de su género, origen socioeconómico, étnico o cultural. La equidad es, de hecho, uno de los fundamentales valores sobre los que tantos países de todo el mundo han optado para construir sus sociedades.

Además de los sólidos fundamentos morales y éticos que sustentan la demanda de equidad, también existen pruebas sólidas de los beneficios económicos y sociales de una sociedad inclusiva, como ha puesto en relieve nuestra Iniciativa de Crecimiento Inclusivo. El más alto nivel de educación conduce a una mayor cualificación, que a su vez conduce a mayores ingresos a lo largo de toda la vida. La calidad de la educación puede ser un fuerte predictor de la prosperidad económica de un país. Los déficits en el rendimiento académico son extremadamente costosos, en consecuencia, los gobiernos deben encontrar formas de compensarlos y garantizar el bienestar social y económico de todos.

Sin embargo, el impacto de la desigualdad en las competencias (skills) va mucho más allá de la riqueza económica de una nación; se extiende hasta todos los aspectos de la sociedad, como por ejemplo, en condiciones de salud deficientes, en un clima de violencia o de malestar social, todos los cuales demuestran que la desigualdad puede tener consecuencias a largo plazo, y a menudo trágicas, para los individuos y las comunidades. Esta es la razón por la que el El Marco de la OCDE para el Crecimiento Inclusivo hace hincapié en la inversión en las personas y en los lugares que se han quedado atrás, al mismo tiempo que aboga por el apoyo a los mercados de trabajo inclusivos. Utilizando un tablero de indicadores, el Marco identifica los mecanismos a través del cual se desarrollan las desigualdades y ofrece sugerencias sobre cómo los países pueden diseñar e implementar políticas que promuevan oportunidades para todos. La lucha contra la desigualdad en la educación es fundamental para todos estos esfuerzos.

Reconociendo estos desafíos, la edición de este año de Education at a Glance se centra en la equidad en la educación. Muestra que, si bien el nivel de estudios ha aumentado considerablemente en el último decenio, las desigualdades que comienzan a manifestarse a una edad temprana tienden a acumularse a lo largo de la vida a través de varios canales, primero en la educación y luego en el mercado laboral: estatus socioeconómico, género, origen inmigrante y ubicación geográfica.

Entre los canales de inequidad considerados, el estatus socioeconómico tiene el mayor impacto en la participación en educación y aprendizaje y sobre los resultados económicos y sociales. Es menos probable que los niños sin madres con educación terciaria  estén matriculados en programas de educación y cuidado de la primera infancia. Aunque es ampliamente reconocido que el desarrollo cognitivo del niño comienza mucho antes de que llegue a la edad escolar, los gobiernos todavía gastan menos en este nivel de educación que en ningún otro. Los niños procedentes de entornos desfavorecidos también tienen menos probabilidades de perseguir las oportunidades de educación, y sufren la acumulación de las desigualdades a lo largo de toda la vida. Los que no tienen padres con educación terciaria, tienen más probabilidades de matricularse en programas de formación profesional que en programas generales de segundo ciclo de secundaria y tienen menos probabilidades de completar estos programas. Esto, a su vez, afecta a su participación en la educación superior, en la que el grupo de alumnos que ingresa, sin un padre con certificado de estudios superiores, es pequeño. Sin embargo, dos de cada tres adultos de familias con bajo nivel de educación alcanzan un nivel de educación superior al de sus padres, una señal de que los que proceden de los sectores más desfavorecidos están adquiriendo ahora más competencias.

La participación en la educación superior es hoy más importante que nunca. Aproximadamente uno de cada tres hijos de trabajadores manuales es también un trabajador manual. El cambio tecnológico, la digitalización y la innovación han puesto un importante énfasis en las cualificaciones avanzadas, ya que los puestos de trabajo de menor cualificación están siendo eliminados del mercado. Aquellos que sólo han alcanzado la educación secundaria ganarán un solo 65% de lo que gana un graduado de educación terciaria, en promedio, situación que perpetua este círculo vicioso en las próximas generaciones. En promedio, se necesitan entre cuatro y cinco generaciones para que los hijos de las familias del decil de ingresos más bajo alcance el nivel medio de ingresos de los países de la OCDE.

Las diferencias de género también son una realidad a pesar de los muchos esfuerzos por reducirlas o eliminarlas; pero la dinámica se manifiesta de manera diferente en la escuela y en el mercado laboral. Los niños son más propensos que las niñas a repetir un grado, a abandonar la escuela y no obtener educación terciaria. Sin embargo, a pesar de su mejor desempeño en la escuela, las mujeres todavía tienen peores resultados en materia de empleo y de ingresos. En parte, esto es el resultado de las diferentes elecciones que hacen los hombres y las mujeres a la hora de decidir sobre un campo de estudio. Aunque ha habido intentos generalizados de fomentar la diversidad de género a lo largo de diferentes carreras, las mujeres tienen menos probabilidades de matricularse y graduarse en los campos mejor remunerados del nivel de educación terciaria. Por ejemplo, a pesar de la gran demanda actual de conocimientos de ingeniería, sólo el 6% de las mujeres obtiene un título de ingeniero comparado con el 25% de los hombres. Normas culturales y nociones preconcebidas del papel de la mujer en la vida,
absorbidos durante la infancia, todavía influyen en estas decisiones, a menudo inconscientemente.

Los patrones de migración también están cambiando profundamente nuestras comunidades y sistemas educativos. Fomentar la cohesión de la sociedad civil depende de la capacidad de integrar a los inmigrantes y de garantizar que éstos desarrollen las competencias necesarias para contribuir al mercado laboral y a sus comunidades. Sin embargo, los inmigrantes de primera y segunda generación tienen menos probabilidades de ingresar y graduarse en programas de licenciatura o de posgrado de primer grado, y los adultos nacidos en el extranjero también tienden a participar menos que sus pares nativos en actividades formales y/o no formales de educación durante toda su vida.

A primera vista, parece que las palabras de Sócrates son ciertas: los que empiezan en desventaja tienen menos probabilidades de tener acceso a un entorno de aprendizaje de alta calidad o a adquirir las habilidades o la voluntad de desarrollarse y crecer en la sociedad. Pero más que una profecía, estas palabras son un llamado a la acción para los sistemas educativos, un recordatorio de que se debe proporcionar una educación de alta calidad, un entorno de aprendizaje enriquecedor puede ayudar a reducir esta brechas de oportunidades.

Esta es exactamente la ambición enmarcada por los líderes mundiales cuando se proponen definir las Metas de Educación para el Desarrollo Sostenible. Al comprometerse a garantizar para el año 2030 “una educación de calidad inclusiva y equitativa y a promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida para todos”, pusieron en marcha una de las iniciativas de educación global más completas del mundo que jamás se haya intentado. Entre las diez metas de este objetivo, la meta 4.5 está dedicada a la equidad y específicamente tiene como finalidad “eliminar las disparidades de género en la educación, garantizar el acceso a todos los niveles de la educación y la formación profesional para las personas vulnerables, incluidas las personas con discapacidad, los pueblos indígenas y los niños en situaciones vulnerables”. Además de abordar las disparidades de género, la agenda invita a los países a monitorear la equidad a lo largo de una serie de otras dimensiones que son tan relevantes para los países desarrollados como para los países en desarrollo.

Dada la naturaleza transversal de las inequidades en la educación a lo largo de la agenda 2030, la edición de este año de Education at a Glance contribuye de manera sustancial a todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible al dedicar uno de sus capítulos a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en particular la meta 4.5, que proporciona una evaluación de la situación de la OCDE y los países asociados en su camino hacia la consecución de sus objetivos de equidad. Los resultados muestran que el logro de una participación equitativa en la educación y la calidad de los resultados del aprendizaje sigue siendo un reto para muchos países de la OCDE. La brecha de género en la participación y la tasa de adultos en la educación formal y no formal, varía mucho de un país a otro; en algunos de ellos hay mujeres, y en otros los hombres, menos propensos a participar. Las inequidades en el logro de los resultados del aprendizaje existen también: en todos los países de la OCDE, el rendimiento de los estudiantes de 15 años en matemáticas está estrechamente relacionado con la situación socioeconómica y la ubicación, urbana o rural, de su escuela. En la mayoría de los países, esta asociación se ha mantenido fuerte en la última década.

Cada individuo tiene un potencial de grandeza y merece la oportunidad de crecer, desarrollarse y contribuir plenamente en la sociedad. Lograr la equidad en la educación requerirá una serie de intervenciones a través de diferentes mecanismos de política: priorizando la financiación y los recursos destinados a la educación de los más vulnerables; la prevención de la repetición de curso y el fomento de la educación de calidad en las personas pertenecientes a minorías, para que se incorporen a la educación general, con sus mayores oportunidades; garantizar que los docentes están equipados con la formación y los conocimientos pedagógicos adecuados para identificar y apoyar a los estudiantes con dificultades; y aumentar el acceso a una oferta de educación asequible, de alta calidad y para la primera infancia.

Ya se ha logrado mucho en la reducción de algunas de las brechas de oportunidades a las que se enfrentan nuestros niños, pero esta edición de Education at a Glance nos recuerda que el camino hacia el logro de la equidad en la educación sigue estando plagado de obstáculos. Tenemos la responsabilidad de asegurarnos de que las circunstancias personales o sociales no impidan que los estudiantes desarrollen su potencial. Esta debería ser la promesa de educación para todos.

Angel Gurría, OECD Secretario General.

Accede a Education at a Glance 2018 en inglés.

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