Pongo la palabra clave “Ensayos SIMCE gratis” en Google y me aparecen como resultados diversas organizaciones que ofrecen este tipo de contenidos. Por ejemplo, APTUS ha contrado publicidad con Google que menciona ensayos SIMCE. APTUS se define a sí misma como potenciadora educacional. Es una conocida organización vinculada a los colegios SIP. Loreto Fontaine y otros ilustres defensores del modelo y de la ideología de la estandarización de personas y reducción de la enseñanza figuran en sus directorio. La publicidad de Google contratada por Aptus dice:
“Ensayo Simce | Pruebas y ensayos de medición | aptus.org
Evaluaciones formativas para la mejora de los aprendizajes. Diagnósticos 2019. Evaluaciones Aptus para ensayos de prueba SIMCE. Recursos pedagógicos. Perfeccionamiento docente. Evaluaciones de alumnos. Cursos: Planificación de Clases, Comprensión Lectora, Metodología Matte”.
También hay otras aristas en el problema del empobrecimiento de la enseñanza. En grupos de profesionales de la educación en los que participo observo con estupor constantes peticiones del tipo “¿Alguien tiene ensayos SIMCE para tal o cual curso?”. Habría que preguntarse sobre el valor de este artefacto denominado ensayo, el tipo de enseñanza, sus implicaciones y efectos deseados e indeseados que rodean su uso. ¿Se reflexiona sobre esto en la sala de profesores? ¿Se investigan los efectos en las aulas? Uno de los efectos más evidentes es que los estudiantes se aburren de una actividad reiterativa y poco desafiante con conocimiento muerto.
En este nefasto panorama de empobrecimiento de la enseñanza cuesta encontrar reflexiones pedagógicas públicas de docentes sobre lo que podríamos llamar una mala práctica de mejoramiento de puntaje basado en ensayos SIMCE. Según mi análisis de este mercado negro legalizado se trata de una práctica irreflexiva incentivada por las presiones de la normativa que instalaron los vendedores de medición educativa con sus contactos en el congreso. Se hace más por imitación y por petición de los jefes de UTP, directivos presionados por convenios de desempeño en donde alguien escribió un número SIMCE como meta.
Estas pruebas como mucho dan cuenta de la habilidad de los estudiantes para responder pruebas de papel y lápiz, habilidad que casi siempre es mejor en quienes tienen familias con mejores condiciones de vida. Los ensayos son populares porque es una forma barata en términos de tiempo docente en corregir. También hay algo de apelación a la carga de trabajo docente, supongo. Se corrigen de forma automatizada sin tener que pensar mucho. Un alivio ante el agobio laboral intencionado para que no piensen, ni mejoren porque son peligrosos. La burocracía y ahora la carrera docente son evidentes formas de control y de mantenerlos muy ocupados desperdiciando sus capacidades en darle al evaluador lo que pide.
Algo bastante del siglo pasado es que en estos ensayos siempre hay una respuesta correcta, aunque en la vida real siempre hay varios caminos y diversas formas de solución. Además, la cuantificación de lo intangible genera la ilusión de estar trabajando con algo concreto, verdadero y de que hemos derrotado la subjetividad y los sesgos. Otro mito de matinal.
La cuantificación arbitraria pero convencional de lo intangible permite diferenciar estudiantes y clasificarlos en posiciones de logro sin que la gente reclame. Y quizá este es el uso más nocivo de la medición educativa porque tiene consecuencias sociales que acompañarán a los medidos por largos años. Su uso como una tecnología fascista para la discriminación de personas u organizaciones, generalmente en base a medias de puntaje está normalizado. Sin embargo, esta práctica de medición educativa surge en un modelo escolar no inclusivo que hace tiempo ha sido superado por propuestas de educación inclusiva. Aunque dicen que lo nuevo nunca termina de llegar y lo viejo se resiste a marcharse. La pregunta relevante que me hago como docente es: ¿Esta es la función de la evaluación y el rol de la escuela? ¿Certificar las diferencias en los estudiantes? ¿La prueba simce es la meta de todo? Los vendedores de medición educativa no se preguntan estas cosas.
Sin duda medir, calificar y discriminar en base puntajes, son los procesos más recurrentes en las escuelas chilenas y también en el mundo, son una forma barata de orientar todo un sistema hacia uno fines bien concretos utilizada incluso por la OCDE con la publicación del SIMCE mundial, llamado PISA: una educación para estudiantes dormidos en una cuna de ensayos, en una cuna de conocimiento muerto. Y esto ha sido bien pensando por un grupo de gente contenta con este modelo de sociedad. Por eso en el directorio de APTUS y en otras posiciones del sistema educativo hay personas afines a la red que defiende y promueve esta ideología antipedagógica y reduccionista de la estandarización y su brazo certificador de la medición educativa. Una red que llega a los países desarrollados que exportan medición educativa y la ideología para legitimarla. Los ensayos y la medición con consecuencias son una forma barata de que las escuelas dejen de innovar en forma profunda y transformadora y se ponga cadenas al potencial de desarrollo de sus sociedades de forma creativa. Y lo están logrando, con la colaboración del miedo a pensar e innovar de muchas y muchos docentes. Se quiere mantener a los futuros trabajadores asalariados en el subdesarrollo intelectua y emocional.
Sin duda se hace necesario continuar este año cuestionando públicamente y deconstruir los mitos que los vendedores de medición educativa han instalado en el discurso pedagógico. Mejorar la evaluación implica abandonar la medición educativa y utilizar modelos de evaluación mucho más sensibles ante la evidencia de la complejidad de enseñar y aprender. Modelos de evaluación justa. Y mira que hay muchos.
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