Hay un texto que se ha hecho viral en algunas comunidades de apoderados y docentes en Chile. En este texto se culpa a las/los docentes y colegios por el agobio de las tareas fuera de horario lectivo y se pide al Ministerio que las prohíba y que obligue “a los colegios hacer su trabajo”. Parece ser un discurso simplista instalado en algunos grupos de apoderados/apoderadas, que requiere ser contestado, reflexionado y replanteado. ¿Y si las tareas para la casa son una pieza más del sistema educativo low cost, intencionalmente diseñado por la red política-académica? No todo lo que afecta las aulas y las familias es decisión de los docentes. El sistema prima el criterio económico (que sea barato, cursos de hasta 45, estandarización de tiempos lectivos, objetivos y mediciones que presionan)y no le interesa la personalización y profundidad en la interacción pedagógica.
Demanda legítima, pero mirada estrecha
Creo que es legítima la denuncia del agobio de tareas y la explotación académica a que el sistema escolar está sometiendo a niños y niñas. Agobio y explotación infantil con colaboración de ministros de educación, empresarios, políticos, directivos, docentes e incluso de padres, madres que dicen elegir y pagar por los mejores colegios -¡y los más exigentes!- para sus hijos, en nombre de la excelencia. Es legítimo y plausible proteger a las/los niños de los adultos -¡Vaya paradoja, no! Sin embargo, la mirada reflexiva y analítica en este texto es pobre. Para analizar el problema desde miradas complejas habría que hacerse algunas preguntas abiertas: ¿Y si las tareas obligatorias para la casa son una parte clave de un sistema educativo low cost en Chile, intencionalmente diseñado para que tu hijo/hija sea productivo y aprenda a dejar su propio bienestar en segundo plano? También podríamos preguntarnos: ¿Por qué las sociedades y las escuelas agobian a los estudiantes con deberes academicistas dentro y fuera del aula? Y habría que dar micrófono a las más afectad@s, sin duda: ¿Qué piensan las/los niños, los principales implicados, sobre esta forma de hacer escuela?
El texto, que parece escrito desde el punto de vista de una apoderada/apoderado, se limita a mencionar a las/los docentes como chivo expiatorio del justificado malestar. Observo que falta una mirada política de la educación de nuestros niños y niñas, ausente en algunos/algunas apoderadas y apoderadas, que se construyen desde una cómoda posición de clientes de la escuela o liceo, clientes que pagan por un servicio de transmisión de conocimientos, certificados y fábricas de puntajes SIMCE y PSU. El apoderado/apoderada cliente no es el posicionamiento que más beneficiará a los/las niñas/niños. Padres y madres son también actores-educadores y como tales pueden construir y participar en la reflexión, en la deliberación y toma de decisiones sobre aquello que sucede en casa y también sobre aquello que sucede en la escuela o liceo local. Lamentablemente muchas escuelas optan por mantener los padres lejos de la deliberación y solo espera de ellos que asistan a las reuniones o que simplemente obedezcan las instrucciones de las tareas escolares. Marginar a madres y padres de la toma de decisiones vinculante en los centros educativos es una mala práctica, aunque habitual. Padres y madres también pueden proponer mejoras en la escuela.
Si el supuesto apoderado o apoderada que redactó el texto tuviese una mirada política y compleja sobre el problema de las tareas escolares, que para mi es una arista del problema de la explotación académica y agobio al que las/los niños son sometidos por nuestra sociedad para hacerlos productivos, podría comprender que atacar a las/los docentes no solucionaría nada.
Una mirada un poco más compleja y política a las tareas para la casa
Las tareas escolares que persiguen a las/los estudiantes a casa son parte de un modelo escolar que privilegia el resultado académico, formar trabajadores y que deja en un nivel de prioridad más bajo el bienestar del niño. Es evidente que con las horas de escolarización de la Jornada Escolar Completa es más que suficiente tiempo para aprender.
Es importante que padres y madres comprendan que el modelo hostil de escuela-fábrica-empresa chileno se caracteriza, entre otras cosas, por:
1. Una enseñanza estandarizada con tiempos pre-establecidos para todos (como si los niños fuesen automóviles idénticos en una línea de ensamblaje, en donde cada profesor coloca algunas piezas desde su asignatura). Las tareas aquí se envían con la intención de acelerar el aprendizaje del estudiante para que se cumpla el objetivo en el plazo que se ha fijado para todos.
2. Grupos de clase masivos (hasta 45 es escandalosamente legal en Chile), cuyo criterio de justificación no es pedagógico ni de calidad de la educación, sino económico. Un hacinamiento escandaloso diseñado por los mismos que actualmente gobiernan y dicen que buscan mejorar la calidad. Un grupo de clase masivo hace insostenible la personalización y la profundidad de la interacción pedagógica, esencial para acompañar el aprendizaje. A más estudiantes por aula, menos tiempos se dedica a la interacción personalizada y profunda, que es la interacción que más ayuda al aprendizaje. La interacción personalizada solo la recibirán, entonces, las/los estudiantes que cuenten con familias co-educadoras o que tengan los recursos para pagar clases particulares de apoyo.
3. En la escuela-fábrica-empresa chilena hay un mal financiamiento, que se asigna según estudiante matriculado y que asiste a clases. Mal financiamiento que hace obligatorio tener grupos grandes para cubrir los costos (salarios, materiales, infraestructuras). Con la subvención low cost que los políticos han fijado para tu hijo o hija solo alcanza si hay hacinamiento en el aula. Una política de mal financiamiento que los docentes no han decidido. Un mal financiamiento que hace muy probable una interacción pedagógica rápida o superficial, que se puede parchar dando tareas para nivelar en casa.
4. Se incentiva la aplicación y venta de servicios de medición educativa en lugar de la evaluación y diálogo. Las tristemente célebres pruebas SIMCE, y su uso oficial de resultados para castigar o premiar escuelas, presionan a los profesionales y ellos, en consecuencia, presionan a l@s niños niñas para que rindan. Para cumplir las metas SIMCE, es necesario presionar académicamente a las/los pequeños. Las tareas también se relacionan con estas presiones para cumplir las metas.
5. Se considera como calidad o trabajo bien hecho solo aquello que se puede ver y medir en forma inmediata a través de pruebas, test o indicadores a corto plazo. Esta mala práctica introducida por académicos e ingenieros probando suerte en educación, limitan el tipo de tarea que atormentará a las/los estudiantes: tareas machaconas, de habilidades simples, elegidas por los docentes, pensada para subir en el test o prueba, y no necesariamente desde los intereses de las/los niños basadas en el juego, que podría hacerlas más divertidas y creativas.
6. Es habitual, aunque hay luces de cambio, la transmisión y refuerzo repetitivo de actividades no auténticas y poco desafiantes (las clásicas y obsoletas guías de papel, talleres de reforzamiento, ensayos SIMCE, Preuniversitarios, ensayos PSU, etc.). Los estudiantes, como es natural, se aburren. Y esta forma de trabajo obsoleta también se relaciona con la cultura de la medición educativa que en Chile tiene muchos adeptos que no quieren ver los efectos nocivos que provoca en la enseñanza y en el bienestar de las/los niños.
Desde una mirada compleja y política sobre un problema aparentemente simple, las tareas para la casa obligatorias (que prefiero llamar explotación académica y agobio a estudiantes) son una consecuencia del mal diseño del sistema. Un sistema diseñado intencionalmente para sacar el máximo provecho del cuerpo y las capacidades de los seres humanos. Un intento de parchar el modelo de escuela-fábrica-empresa colonizando el tiempo de las familias, que ya vienen mal de tiempo de antes de las tareas por las jornadas laborales también extensas. Desde una mirada compleja la interacción docente estudiante es irregular, en parte asociado a la precariedad de un sistema no personalizado, nocivamente estandarizado, mal financiado, no inclusivo y masivo. En este contexto, creo que culpar a la profesora o profesor de tu hijo o hija no solucionará el problema que causan los diseños de las redes política-académica a quienes votas cada 4 años.
Sinceramente creo que el mejor camino es la colaboración docentes-madres-padres-apoderados-niños. Una alianza contra un sistema educativo obsoleto, agobiante, dañino, empobrecido. Es un camino de mejora más largo, que requiere organizarse políticamente y colaboración entre profesionales de la educación y familias críticas para construir formas alternativas de escolarización pública. Implica abandonar el posicionamiento de padre-madre-cliente y también, a las/los docentes, abandonar su posición a la defensiva de docente sord@ y egocéntric@. Este camino requiere bastante habilidades para construir relaciones y vínculos personales. Acciones en la esfera del poder político central y acciones en la esfera de la escuela y liceo local. ¿Será posible en Chile que las comunidades educativas locales cambien el sistema educativo low cost y estandarizado? ¿Que reclamen el control total de las escuelas y liceos, que actualmente está en mano de mediocres Sostenedores? ¿Que exijan a la red política-académica las mejores escuelas y liceos públicos del universo?
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