Estimada y estimado lector:
A continuación presentaré una denuncia de carácter moral hacia una de las malas prácticas que podemos observar en el mundo laboral, en especial, en el mundo educativo. Mi nombre es Acharya Díaz Painén, soy profesor de Castellano UMCE, y durante los últimos cuatro años me desempeñé como profesor de lenguaje en el Complejo Educacional Consolidada, administrado por la Corporación Municipal de Puente Alto.
Durante los dos últimos años, me di cuenta que estaban sucediendo cosas muy poco claras. Comencé a dudar de mi vocación docente, comencé a cuestionarme sobre mis habilidades profesionales, comencé a sentirme indefenso frente al sistema: tenía miedo de perder la pega, de equivocarme, de generar conflictos. En un principio pensé que estaba algo paranoico, que tal vez tendría que ver a un psiquiatra, que la educación era un área sumamente compleja, donde los profesores tenemos que tener muchas herramientas de autoconocimiento y desarrollo personal para poder superar los reveses del trabajo. Pero resulta que comencé a observar que no era el único que vivía esas experiencias. Me di cuenta que también algunos y algunas estudiantes, e incluso algunas y algunos colegas, pasaban por situaciones muy similares, así que comencé a investigar y me encontré con un concepto, el acoso psicológico, que defino a continuación:
El Acoso psicológico en el trabajo tiene el objetivo de destruir la estabilidad psicológica de un ser humano, a través del descrédito y la rumorología. Se practica acosando grupalmente de tal manera que la víctima “estigmatizada” no pueda defenderse, que no pueda hablar o que su palabra ya no tenga ningún valor. La indefensión de la víctima proviene de la pasividad de los testigos de la violencia, que permiten la destrucción de otro ser humano de manera indignamente cobarde. ( Marina Parés, 2005)
Encontré este concepto y me dije: ¡Rayos, no puede ser! Y resulta que yo me considero una persona muy comprensiva, con mucha fe en el ser humano, que piensa o quiere pensar que todos, cada una de las personas, incluso los más odiosos seres que conocemos son capaces de aprender, son capaces de cambiar. Por lo tanto, guardé mis sospechas e intenté con toda la buena onda del mundo tratar de cambiar a esas personas que ejercían ese acoso, ese descrédito hacia mí y hacia esos otros miembros de la comunidad educativa.
Decidí hablar en un momento determinado, cuando la violencia psicológica que ejercía este grupo de personas se transformó en violencia física. Y envié una carta denunciando la irregularidad al nivel central de la Corporación, dirigida por un señor que bien poco entiende de educación y mucho entiende de represión y hostigamiento como lo he descubierto ahora.
Resulta que una vez enterado estos señores, porque no solo se enteró el secretario general de la Corporación, sino que también el Director del Departamento de Educación de la propia Corporación, deciden generar una investigación sumaria, que un día antes de ser resuelta el secretario general me señala que no tendrá ninguna injerencia en la resolución, dado que es él quien toma la decisión final. Ante esta posición, no pude más que engañarme a mí mismo y pensar que el hombre solucionaría los problemas presentados.
Por supuesto, fue así, lo resolvieron, me llaman a la oficina de la dirección del establecimiento y me señalan que no necesitarían de mis servicios el año 2017. Muy bien, dije yo. No esperaba menos. Así son las cosas. Soy un profesor reguleque. Estoy terminando un Magíster en Gestión educativa y no he aprendido nada. Estos colegas deben tener razón, no he actuado de buena forma. No debí haber participado como candidato a concejal por el partido humanista, dado que solo debemos educar la educación cívica en la sala de clases y no con ejemplos concretos. Por lo tanto, todas mis dudas y reflexiones son solo paranoia, locura de un profesor con un portafolios con resultado BÁSICO.
Así que me fui. Ya no trabajo allí. Me pidieron que me fuera y me fui. Seguí pensando en mi incompetencia y esperé, esperé y esperé. Hasta hoy, glorioso día.
Sí glorioso día, porque he recibido los resultados de la prueba de conocimientos específicos y pedagógicos que rendí el año 2016, instrumento que mide, cuestionablemente, las habilidades y competencia de un profesor en Chile y resulta que, gran extrañeza, he obtenido un puntaje de 3,47 puntos, lo que significa que obtengo categoría A, tramo destacado. Y, resulta que, motivado por este resultado, he ido en busca del resultado de mi portafolios, instrumento complementario que determina mi nivel en la carrera docente y, oh, gran sorpresa, he sido evaluado con nota 2,75, que equivale a categoría B, tramo competente. Con estos resultados debo ser asignado al tramo EXPERTO II, el nivel más alto que en Chile un docente puede obtener.
Esto obviamente me pone muy contento, y me hace de alguna forma olvidar todas mis sospechas sobre el posible acoso psicológico o laboral experimentado en la Conso, como se conoce a la escuela donde trabajé en Puente Alto. Pero es aquí, donde puedo agregar otro elemento a mi sospecha: la evaluación de terceros, presentada por el equipo de gestión y firmada por la directora me considera un pésimo profesional, con niveles BÁSICOS e INSATISFACTORIOS. Presenta la evaluación del docente par, que es controlada por el nivel corporativo como BÁSICO en todos sus indicadores. Entonces, qué podemos pensar, estimada y estimado lector. ¿Quién es el que alucina?
¿Son estos hechos cotidianos? ¿Son reiterativos estos hechos en sus espacios de trabajo? ¿Podemos seguir aceptando esta calidad de trato en el trabajo? En realidad, hoy día, fuera de ese espacio, sin relaciones contractuales con esa entidad, sin el contacto con esas personas puedo respirar un poco y reflexionar sobre los hechos y creo que, a pesar de que creo en la posibilidad de la mejora del ser humano, hay personas que, tal vez, ni siquiera oliendo el hálito de la muerte, podrán ver los errores que han cometido.
Comentarios del autor después de publicada la carta en un grupo cerrado de docentes
Me siento muy contento por sus comentarios. Por dos motivos: por sus expresiones de apoyo, por sus felicitaciones, por su comprensión y empatía con la problemática tratada. Eso habla muy bien de ustedes, me entrega esperanzas, me alegra mucho saber que hay colegas que no han sido corrompidos por el sistema de odios y egoísmos que construye este modelo económico neoliberal y que tienen sus valores humanos muy claros. De verdad que me alegra y me motiva muchísimo. Por ello muchas gracias, realmente estoy muy agradecido. El segundo motivo es más técnico, más puramente pedagógico. Estoy positivamente asombrado por la capacidad de análisis que tienen, colegas, estoy contento porque me doy cuenta de que hay muchas y muchos docentes que tienen super claro el problema planteado: aquí hay una falla en el sistema educacional y está relacionado con la forma de gestionar de los equipos directivos. Me parece que los sostenedores han traspasado sus responsabilidades a los directivos docentes, y los directivos docentes han debido dirigir sus esfuerzos hacia lo meramente administrativo, a lo puramente gerencial. Ahora bien, me es grato leerlas y leerlos y saber que coincidimos en algo: el acoso laboral en las escuelas es bastante común, el acoso laboral impide alcanzar la calidad educativa, el acoso laboral incide en la calidad de los aprendizajes de los niños, niñas, adolescente y jóvenes. Había perdido la esperanza, estaba realmente preocupado, pero ahora, que las y los leo, puedo asegurar que lograremos un cambio real en educación, que hay personas con verdadera vocación y con las capacidades necesarias para desarrollar esa voluntad. Por eso también quisiera felicitar a quienes han reflexionado con mi experiencia.
Por último, quisiera proponer algunas ideas que me surgen después de este diálogo que se ha generado: 1. Es necesario que la comunidad educativa, principalmente los docentes, incidamos en las decisiones directivas: por ejemplo, evaluación, contratación y despido de docentes; 2.Es necesario clarificar los sistemas de selección de los equipos directivos. Creo que los y las directoras debiesen provenir de los mismos establecimientos, así como todos los cargos directivos. Es decir, que los propios profesores y profesoras propongamos los equipos directivos, que obviamente, durarán un tiempo determinado. 3. Debemos terminar con las malas prácticas relacionadas con el trato, con el acoso, con la persecución. Creo que sería bueno desarrollar un código de ética relacionado con lo mismo.
En realidad se me ocurren muchas cosas más, pero no es el propósito de este texto. Por lo tanto, reitero mi agradecimiento y mis felicitaciones a todas y todos por sus comentarios.
Chaltu May… Peukallal.
Un comentario en «Carta Abierta de un profesor a una Corporación Municipal injusta #InjusticiaEnMiEscuela»
Sonia de las Mercedes……….es profesora ??????????