Esta foto ha comenzado a circular por la redes sociales. Muchos colegas, en tono de broma, usan la palabra sapeo, sapeando, que en #Chile es la forma coloquial para delator, delación, para describir lo que hace el/la estudiante: enviar un anónimo a la directora denunciando que una profesora no le presta un libro. Más allá de la jocosidad inicial, creo que podemos usar este evento virtual y #viral como una oportunidad para una #microreflexión sobre el autoritarismo docente, el autoritarismo directivo y la voz de los estudiantes. Invitamos a la comunidad a usar lo viral como espacio de reflexión.
[Opinión]
Personalmente no usaría la palabra sapeo para definir esta acción, porque esta palabra connota cierto desprecio e incomprensión a la acción de comunicación interna que inicia la o él estudiante. Probablemente quién redactó el mensaje pensó que era una buena estrategia contarle a la directora, porque no se sintió escuchadx por la tía Alicia. Una posible práctica de autoritarismo docente. El o Ella quería el libro. Un deseo legítimo. Desde mi punto de vista la niña es muy sensible con respecto a quien detenta la autoridad en el centro educativo, y sobre esto crea una estrategia micropolítica de riesgo controlado (por el anonimato) apelando a la figura de la directora, la autoridad, para conseguir lo que le interesa y considera legítimo, el libro.
Yo pienso que esta situación evidencia la necesidad de oír y dar voz a los estudiantes y también a los profesores, que son en general las víctimas del autoritarismo, a veces docente, y a veces directivo, en las escuelas. La voz de los estudiantes debería circular con fluidez por canales de comunicación informales basada en relaciones de confianza, pero también formales y abiertos que permitan avanzar hacia un equilibrio del poder. Una organización que considera los intereses de sus miembros y escucha su voz es una organización más justa que las que no lo hacen.
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