El siguiente relato es enviado por Úrsula, seudónimo que hemos otorgado a la Profesora de Educación Física que nos lo envió. La situación ocurrió en La Florida, Región Metropolitana, Chile. Úrsula tenía 29 años en el momento en que acontece la narración. Según declara, ocurrió en febrero de 2016, en una entrevista de trabajo en el Colegio Phillippe Cousteau.
Relato de Úrsula:
Quería contar lo que me ocurrió en una entrevista de trabajo. Soy profesora de Educación Física. Acudí a una entrevista en un colegio de La Florida. Me atendió el director y el profesor de Educación Física, Jefe de Departamento de tal asignatura. La entrevista fue muy normal hasta que me preguntaron: ¿estás pololeando? Le respondí que sí, pensando que la conversación se había tornado algo así como para distendernos un poco. Luego me pregunta el Director: ¿Y qué planes tienen? ¿Casarse, tener hijos? Porque la verdad, no queremos contratar a una profesora que en algunos meses más quede embarazada. Debo reconocer que no supe qué decir, no supe cómo reaccionar. No me lo esperaba, nunca me puse en el supuesto de que me dijeran algo así. Después de salir pensé muchas cosas que podría haber respondido. De ese colegio no me llamaron. Agradezco que no lo hayan hecho.
Análisis y opinión, por Miguel Stuardo Concha
El relato da cuenta de una práctica discriminatoria que afecta a profesionales poco visibilizada. En los sistemas de evaluación de calidad de los centros educativos propuestos por los gobiernos se ignoran estas prácticas. En el relato se aprecia que quienes realizan la entrevista de trabajo indagan aspectos de la vida personal de la profesional con objeto de evaluar la posibilidad de quede embarazada. Desde nuestro punto de vista, una situación de discriminación flagrante por su condición de mujer. Lamentablemente en la cultura de gestión de los centros educativos chilenos, que opera con una lógica de empresa y eficacia muy reduccionista, la contratación de profesionales mujeres es vista como un problema y suele justificarse con argumentos económicos.
Desde el punto de vista perverso y reduccionista del empleador, se suele argumentar que es más costoso contratar una mujer porque la ley la protege a través del fuero maternal y le obliga a mantener su contrato, salario y a contratar un reemplazo. Para quienes piensan así, la solución suele ser no contratarlas, pagarles salarios más bajos que los hombres, o contratar profesionales hombres en su lugar.
¿Es ética esta práctica? Desde nuestro punto de vista, esta mala práctica transgrede el principio de la igualdad de género en el ámbito laboral, y envía un mensaje desesperanzador con respecto al rol de los centros educativos en la sociedad y su contribución a una sociedad más justa. Por otra parte, las consecuencias de tales prácticas perjudican a las mujeres las cuales deben emplear más tiempo e invertir más recursos en la búsqueda de trabajo, aumenta la cesantía de este colectivo, y genera una situación de desigualdad salarial y contractual frente al colectivo de profesionales hombres.
Es necesario abogar por medidas legales efectivas que avancen hacia una co-responsabilidad, conciliación igualitaria y hacia una redistribución del costo de la maternidad entre hombres y mujeres. De esta forma, la lógica perversa de discriminación a profesionales mujeres que practican algunos sostenedores dejará de tener sentido. ¿Será posible avanzar hacia esto en una cultura patriarcal y machista que es patente en la lógica de administración y en la legislación laboral de los centros educativos?
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