Hace unos días me llegó un aviso: necesitaban una profesora de educación diferencial para trabajar con niños sordos, en un Programa de Integración Escolar (PIE). Pedían conocimiento de Lengua Señas Chilena, etc. El aviso me llegó de la comunidad sorda, ya que solemos apoyarnos en materias laborales.
Envié mi Curriculum Vitae y cometí el “gran error” de agregar que soy una persona sorda. Yo pensaba que eso podría generar un plus, ya que lo ideal es que los niños sordos sean acompañados por personas sordas.
¡ERROR!
Recibí de vuelta como respuesta, sin dejar de ser amable, que lamentablemente necesitaban una profesora oyente para que trabajara con niños oyentes también. Claramente esta coordinadora PIE no se dio el trabajo de leer mi Curriculum Vitae.
Sin perder la calma, le contesté que tenía años de experiencia trabajando con niños oyentes, y que incluso estaba evaluada y encasillada. La respuesta de la coordinadora, que por cierto es de mi misma especialidad, formada en mi misma universidad y por mis mismas queridas profesoras fue “¡Ah! Pensaba que solo trabajabas con niños sordos. Enviaré tu CV a mi coordinadora comunal”.
No sé si lo hizo, lo que si me quedó claro es que no lee antes de formarse un juicio, y lo peor de todo, es que demuestra que las personas sordas tenemos un techo construido de prejuicios para ejercer nuestra labor.
Entonces, a modo de conclusión:
1.Tendré que seguir mintiendo cuando postule a un trabajo, ya que “no se me nota”.
2.¿Cuál es la idea de la “inclusión” si cuando un niño se convierte en adulto, nosotras mismas les cerraremos las puertas?
Fue muy triste para mí.
Pero me siento muy orgullosa de tener 2 carreras en el cuerpo, de haber entrado a la Universidad vía Prueba de Aptitud Académica (PAA) ¡Sí, PAA! Me siento orgullosa de haberme evaluado por TEL, salir competente y en tramo avanzado y de saber mucho de PIE.