Titutlo original: EL PRONOMBRE IEL EN FRANCÉS: UN SUJETO POLÍTICO
Texto publicado en la newsletter de la revista francesa la Deferlante el 17 de diciembre de 2021. Traducido del francés al español por Miguel Stuardo Concha.
Estimados y estimadas,
Hace unas semanas, Le Robert anunció la inclusión en su diccionario en línea del pronombre “iel”, una contracción del masculino “il” y del femenino “elle”, utilizado en los círculos queer y feministas para designar a una persona sin referencia al género. Reacciones inmediatas e indignadas de muchas personalidades de la derecha que denunciaron una medida “inútil” e incluso “la tiranía de las minorías”. Laélia Véron, lingüista y coautora con María Candea de Le Français est à nous, petit manuel d’émancipation linguistique (La Découverte, 2019), hace un repaso de estas polémicas.
Como acaba de demostrar la entrada del pronombre “iel” en el Robert, el lenguaje no sexista provoca a veces reacciones irracionales. ¿Cómo se explica esto?
La amplitud de las reacciones demuestra que el tema no es sólo lingüístico sino político. Esto es cierto para todo lo relacionado con la feminización de las palabras, y es aún más evidente para todo lo relacionado con los experimentos con el lenguaje no binario. Es un tema de investigación, dirigido en particular por el psicolingüista suizo Pascal Gygax: ¿por qué el lenguaje inclusivo da tanto miedo? Hicimos un episodio en Binge Audio (con Pascal Gygax y la sociolingüista Julie Abbou) sobre el “odio” que genera la escritura inclusiva. Julie Abbou, Noémie Marignier, Aron Arnold y Maria Candea habían escrito un artículo que hablaba de “delirio escatológico” y “miedo a la emasculación”, ¡y creo que no es una exageración! Las prácticas de feminización siempre han provocado reacciones muy fuertes: la doble flexión (“Françaises, Français”) ha sido muy criticada, ciertas palabras como “autrice” han sido castigadas.
¿Es el conservadurismo en torno a la lengua una especificidad francesa?
La tendencia al conservadurismo se da en muchos otros países: miedo a la decadencia, miedo a la influencia de otras lenguas, tendencia a un purismo a menudo ficticio. Las simplificaciones ortográficas o el uso de sustantivos feminizados, incluso cuando éstos no son tan nuevos, también provocan tensiones. Sin embargo, hay ciertas especificidades en Francia, como la idea de que el país es monolingüe. Jean-Michel Blanquer, Ministro de Educación francés, dice que hay “una lengua, una gramática, una República”, cuando en Francia hay casi tantas lenguas como gramáticas. A pesar de su falta de legitimidad científica, la Academia Francesa también tiene una gran influencia en los medios de comunicación, adoptando sistemáticamente posiciones conservadoras. Por último, está la tendencia de Francia a creerse con autoridad para regular el francés en todo el mundo, y a jerarquizar las prácticas francesas (situando al francés, por supuesto, por encima de todos los demás), lo que está vinculado a la historia del imperio colonial francés y a la Organización Internacional de la Francofonía, a la que se acusa regularmente de ser una institución neocolonial.
¿Existe una relación entre el rechazo al lenguaje inclusivo y las reacciones violentas que han provocado los intentos de reforma de la ortografía desde 1990?
En ambos casos hay un miedo al cambio y una visión ilusoria de la lengua con la idea de que no debe “tocarse”, que debe dejarse “como está”, mientras que una lengua viva es una lengua que evoluciona. En ambos casos, diría también que hay una presentación mediática polémica muy simplista, incluso errónea, de estos temas: el lenguaje inclusivo se reduce a una multitud de puntos medios ilegibles y la reforma ortográfica se presenta como una nivelación contemporánea a la baja, sin pensar en la distinción entre lenguaje y código gráfico (que siempre ha evolucionado, basta ver los manuscritos de la época de Moliere), ni en la arbitrariedad ortográfica de ciertas palabras. Por ejemplo, la reforma de 1990 recomienda escribir charriot con dos “r”, como charrette y no chariot, lo que parece lógico… ¡pero no es el tipo de ejemplo que se ha publicitado! También se pueden ver posiciones políticas más o menos ocultas y conscientes detrás de estas controversias lingüísticas. Algunas personas también son coherentes al querer favorecer las formas que simplifican la relación entre el código oral y el escrito, y por ello están a favor de la reforma ortográfica y en contra de ciertas modalidades complejas del lenguaje inclusivo, como los puntos medios.
¿Has visto algún cambio en el uso del lenguaje desde que se publicó tu libro en 2019 o se puso en marcha tu serie de podcasts Habla como nunca?
No creo que un libro o un podcast sean suficientes para cambiar actitudes y/o prácticas. Las activistas feministas llevan mucho tiempo trabajando en estas cuestiones lingüísticas. Creo que simplemente formamos parte de un movimiento colectivo para difundir estas cuestiones sobre el lenguaje. ¡Y eso es bueno!