Eso que en Chile llaman carrera docente es un sistema que busca la sumisión de los profesionales a los criterios de “buena docencia” establecidos por un pequeño grupo desde Santiago, autodenominados expertos. Son supuestamente universales y para todo el país.
¿Por qué aceptar que un pequeño grupo defina en forma homogeneizante qué es ser un buen docente, cuánto y cómo avanzar o no, cuánto pagar, e imponga un sistema individualizado de medición y diferenciación? Se sabe, al mirar las licitaciones públicas, que los principales beneficiados son este pequeño grupo que gana suculentas licitaciones y vende su tecnología de medición. Legítimo, han convencido a la mayoría, pero hay que preguntarse: ¿Mi sometimiento como docente a este dispositivo contribuye a la mejora personal, profesional y una mejor práctica docente? Una vez que termina el proceso, ¿tengo información de calidad y contextualizada sobre cómo hacerlo mejor?
Nos han acostumbrado a someternos a estos sistemas de control social desde que eramos estudiantes. Por todos lados hay uno metido en nuestra vidas (SIMCE, PSU, sistema de selección universitaria, Evaluación Docente, Prueba de Conocimientos, Prueba Inicia, etc.; y también nosotros reproducimos esta lógicas con exámenes y pruebas en las aulas). Al analizar las redes vinculadas a estos dispostivos hay varios nodos recurrentes de organizaciones y personas. Su poder mediático les ha permitido convertir en sentido común para muchos esta lógica de la diferenciación educativa. Para muchos pero para mi no.
Estos dispositivos para la sumisión docente, en lugar de ayudarnos a mejorar con una retroalimentación de calidad y pertinente para nuestro contexto, solo nos someten a dispositivos para diferenciarnos y decir “tu pesas tramo A”, “tu pesas tramo B”, “tu sabes X”, “tu sabes Y”, “tu debes ganar W”, “tu debes ganar O”.
¿Esa es la educación que queremos construir? ¿Nos parecen buenos los tránsitos profesionales que este pequeño grupo ha definido para las/los docentes? Por lo menos yo trabajaré para que esta lógica omnipresente de la certificación de la diferenciación y de las presiones para la competividad no se imponga; trabajaré para que estos dispositivos homogeneizantes, que carecen de retroalimentación contextualizada y de calidad para la mejora, que es la esencia de cualquier sistema de evaluación justo, que han diseñado los “expertos” del Mide UC, del CEIP, etc., sean superados por alternativas de evaluación justa. Hay otras formas de hacer educación y de construir caminos para el desarrollo personal y profesional docente mucho más guays, colds, bacanes, para la mejora.